Ansiedad y Pánico Tap the anxiety project

Ataques de ansiedad, la recaída

Lena Dunham en un episodio de Girls

Lo que más te asusta no es la caída. Es volver a caer. ¿Qué tan oscuro será el agujero está vez? Los que tenemos algún desorden obsesivo compulsivo –¿han visto, por ejemplo, el programa Limpiadores compulsivos?– fabricamos extrañas películas fatalistas en nuestras mentes, y estas harán detonar nuestros ataques de ansiedad (o ataques pánico). El primer ataque es aterrador (ya lo hablamos antes, aquí). Pero semanas, meses, o años después, cuando creemos que todo va a estar mejor y de repente, sin motivo, se repiten estos episodios, todo el progreso logrado parece irse al cuerno. «¿Otra vez? ¿Qué pasó?», nos preguntamos. «¿Por qué volviste, ansiedad? No podrías tener al menos la decencia de mandar un e-mail y avisar que pensabas regresar?». La recaída es dolorosa. La recaída es repentina. Recaer te obliga a mirar a los ojos al monstruo que alberga tus miedos.

En las últimas semanas mi ansiedad ha regresado con frecuencia. He tenido ‘combates’ largos e intensos, y otros molestos, pero breves. La doctora ‘A’ aumentó la dosis de mi medicamento –no cuento aquí cuál es porque sé que si alguno de ustedes sufre de ansiedad irá a Google a buscar para qué sirve, e intentará entender si es «mejor» o «peor» que ese que usan a diario; si es que están medicados–. La noticia me inquietó. ¿Qué hice mal? ¿Por qué aumentar la dosis? En principio me negué, pero dejé la absurda resistencia de lado. La doctora ‘G’ me ha dicho: «Todo pasa», y me ha invitado a ser mucho más compasivo conmigo (me exijo demasiado, me critico mucho, me doy muy duro). Mi perro Manolo me lame los brazos mientras me ve respirar. Mi esposa Mafer sigue con atención mis reacciones y me aprieta fuerte la mano por las noches mientras vemos los capítulos de la última temporada de Girls (por cierto, su creadora y protagonista, Lena Dunham, a quien pueden ver en la foto que abre este texto, sabe muy bien qué es la ansiedad, aquí lo cuenta).

De esta recaída he aprendido mucho, y ese aprendizaje quiero compartirlo con los delanteros y delanteras del Ansiedad Fútbol Club. Recaer nos puede hacer más fuertes. La recaída, más que tragedia, trae conocimiento.

1–Debo hacer énfasis en algo. La medicación me ha ayudado, pero una pastilla o varias gotas de medicamento jamás serán la gran solución. Es decir, seamos cautos. No le adjudiquemos un poder de «salvación» a estos químicos. Pero tampoco luchemos contra ellos. Vuelvo a mi experiencia: sí, he notado que aquella pastilla azul me ayuda estar más estable. Pero no espero que sus «poderes» me liberen de la ansiedad. Ahora, por favor recuerden: ¡nunca se automediquen! Acudan a un especialista para encontrar con él o con ella la medicación más apropiada (en caso de que la requieran).

2–La medicación servirá si cada uno de nosotros la ayuda. ¿Cómo? Vuelvo a poner la cámara sobre mí: la ayudo con psicoterapia (sí, me ha servido muchísimo), con ejercicio diario (troto, camino mucho), medito (¡la respiración es la mejor arma!), leo o releo algunos títulos que me interesan, como El poder del ahora, de Eckhart Tolle y trato de ‘entrenarme’ en el hoy: «use sus sentidos plenamente. esté donde esté. Mire a su alrededor. Mire solamente, no interprete. Vea la luz, las formas, los colores, las texturas. Sea consciente del espacio que permite que todo sea. Escuche los sonidos; no los juzgue. Escuche el silencio que hay bajo los sonidos (…) Observe el ritmo de su respiración, sienta el aire que fluye hacia adentro y hacia afuera, sienta la energía de la vida dentro de su cuerpo (…) Avance profundamente hacia el ahora». Tolle tiene esta charla en español, puede interesarles. Se las pongo aquí abajo.

3–Aprendo de ‘prácticas’ que no conocía –que en principio me parecieron una tontería y luego empecé a valorar– como el Ho’oponopono (en diario Clarín explican un poco sobre este) y repaso una entrevista que le hicieron al Dr. Hew Len con la que suelo concluir: «Ese es un viejito chiflado, pero qué bueno que haya chiflados como él», me gusta lo que dice (aquí está la primera parte de la interview, escúchenla sin prevenciones).

4–También escucho algunos episodios del podcast de Enric Corbera (aquí lo encuentran), hay uno sobre el desapego que me pareció claro, directo y me causó una gran incomodidad porque me vi reflejado en muchas cosas que él decía.

5–Trato de usar la creatividad de mi cabeza para crear historias, o artículos, o escenas de videos, o pequeñas frases y así entrenar a esa creatividad para que permanezca en el lado iluminado del camino y no se desvíe hacia el ‘Lado Oscuro’, donde tendré que vérmelas con Darth Vader. Editar o grabar al menos un pequeño trozo de nuestra serie web Todo el mundo lo hace, me relaja. La creatividad es un arma de doble filo. Se ha demostrado que las mentes creativas suelen ser tierras fértiles para el cultivo de la ansiedad.

6–Hago cosas ridículas: cuando barro el piso de la casa usualmente pongo heavy metal de fondo y uso la escoba como guitarra eléctrica, o bailo con mi particular arritmia en la soledad de la sala, con alguna canción de dance o tecno barato. Hacer cosas tontas sirve muchísimo. Y sonreír sin razón también. (¡Gracias Pam Grout, donde quiera que estés ahora!).

7–Hace varios meses tomé un breve curso de meditación en Happy Yoga, con Rodrigo Restrepo. Fueron tres noches de mucho aprendizaje y diversas experiencias. Él nos entregó a sus alumnos un documento con varios textos, consejos, ejercicios y recursos para tener en cuenta. Me gusta mucho repasar esas líneas que están en ese ‘manual’ y fueron tomadas del Satipatthana Sutta (Sutra de la atención plena): «¿Cómo vive un practicante contemplando el cuerpo en el cuerpo? Va al bosque, al pie de un árbol, en un lugar solitario, se sienta con las piernas cruzadas, mantiene su cuerpo erguido y su atención alerta. Atento inhala y atento exhala. Al hacer una inhalación larga, sabe: ‘Hago una inhalación larga’. Al hacer una inhalación corta, sabe: ‘Hago una inhalación corta’ (…) así se ejercita». Volvemos a lo mismo, a la atención plena, al momento presente, el único que existe –suena fácil, pero conseguirlo no lo es–.

8–Agradezco más y puteo menos. Agradezco porque sí. Me levanto y le doy las gracias a las sábanas por cubrir mi cuerpo. Agradezco al vaso por guardar el agua que tomaré. A David Bowie y a Freddie Mercury por componer Under Pressure. A The Beatles por ser mis guías. A mi esposa por el aguante. A Manolo por sus babas. A mi hija por retarme a un duelo de Just Dance. Al pan que me como. Al pájaro que se caga en mi hombro. A la amiga que me prestó dinero para llegar a fin de mes. Al cielo traicionero de Bogotá. Al teclado del Mac. A la ansiedad que me hace compartir esto con ustedes. A todos los que han compartido sus historias de ansiedad conmigo. Al amor que me rodea. Gracias. Gracias. Gracias.

9–Y, aunque me cueste, y a veces me duela, cuando llega (a traición) el ataque, justo en ese día que considero «perfecto», lo acepto. No lucho contra él. Cierro los ojos. Respiro. Trato de poner en práctica todo lo aprendido. «Te acepto, no voy a pelear». A veces funciona. A veces no. Pero hay una certeza, el ataque se irá. Y de él aprenderé más. La vida está ahí. Nadie dijo que sería fácil. Pero es un regalo vivirla. Si algo debo agradecerle a la ansiedad es haber aprendido a valorar cada momento que vivo, y lo valoró con una intensidad que antes desconocía. Muchos de ustedes saben de qué hablo.

10–Este es un bonus track. A un gran amigo le gusta meditar con las enseñanzas de S.N. Goenka. Escúchenlo.

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