Mi ‘relación’ con Bruce Springsteen había sido distante. Recuerdo que cuando era niño vi con emoción el video de Dancing in The Dark en el programa Los 10 mejores de la música, conducido por Lina Botero. Fue, para mí, todo un descubrimiento, una canción sencilla que, aunque no es la mejor del compositor de New Jersey, me animaba la vida a los once años. Me preguntaba por qué la chica del público se subía tan feliz a la tarima a abrazar a ese señor con pinta de campesino yankee de quien poco había oído hablar.
Por cierto, la chica bonita del video es Courteney Cox, a quien todos vimos en la serie Friends, cómo pasa el tiempo. Luego comprendería por qué la fanática bailaba con el ‘redneck’, él era el ‘Boss’, un tipo único, de voz desgarrada capaz de escribir unas letras potentes, inolvidables. Siempre me llamó la atención que los españoles, quienes desconfían tanto de los productos estadounidenses –tienen sus razones– sean tan fanáticos de este hombre que es un ícono innegable de la cultura gringa.
Claro, Bruce es un tipo del ‘pueblo’, representa el americano promedio, el cowboy sucio pero bueno, que es el lado americano que más gusta; y, lo más importante, es un tremendo compositor. De chico, aunque escuché casi todos los temas de su Born in the USA, Springsteen no era de mis favoritos. Pero ahora, a mis 38 años, cuando he empezado a revisar su discografía, no dejo de sentirme movido y conmovido por muchas de sus viejas canciones –y nuevas también, el tema que compuso para la película The Wrestler (2008), es grande–; ahora entiendo por qué lo sacan tanto en la Rolling Stone y por qué enloqueció al público inglés en Hyde Park y por qué conquistó a los españoles y a medio planeta.

El que me llevó a repasar los temas de ‘El Jefe’ fue el escritor inglés Nick Hornby, el mismo de High Fidelity, quien en su libro, 31 canciones, habla de lo que significa para él el tema Thunder Road, que abre el legendario disco Born to Run (1975) de Springsteen (lean esta entrevista de Hornby a Bruce en The Guardian). En la canción, que en principio se llamaba Wings for Wheels, el protagonista, harto de su rutina y su pueblo, va a casa de Mary –’la chica’– a proponerle que se larguen de ahí. En este enlace pueden encontrar una de tantas interpretaciones de la canción (más sobre el tema, aquí). Thunder Road es un himno, una canción de liberación, una roca contra la ventana que rompe los vidrios del pasado. Thunder Road es un llamado al cambio, es una alerta, un grito desesperado por salir de la apatía. En esas líneas finales, queda todo dicho: «It’s a town full of losers / And I’m pulling out of here to win«. Los dejó con tres versiones, de distintas épocas, de esta canción que siempre estará en la lista de mis imprescindibles. La primera es en Londres, 1975. Aquí va. (Casi lo olvido, el nuevo disco de el ‘Boss’, Wrecking Ball, saldrá a la venta el próximo 6 de marzo; aquí su primer sencillo, We Take Care of Our Own)
Bruce Springsteen es el menos gringo de los gringos… Músico casi redneck y whitetrashero, es el más latino que hay. Curiosos cómo los extremos se tocan. Hay que pasar hambre, necesitar trabajo para encontrar los denominadores en común. Born to run es tan himno como se puede ser para retomar la batalla diaria de la vida (no lo mismo que vivir). Hometown aplica a cualquier provincia de cualquier país iberoamericano, incluso de Euskadi. Si se conocieran, Alex Lora y Bruce serían los mejores amigos.